TURURUUU...


Manejando por calle Canaval y Moreyra llegué hasta el semáforo previo a la vía expresa. Estaba detenido esperando que el policía diera el pase. De repente una fuerte sacudida me hizo pensar que estaba siendo víctima de un robo. El viejo truco de sacudirte el auto para que luego de que bajes seas asaltado. Decidí mirar de reojo sin prestar mayor atención. No pude ver a nadie. Pensé que estaban escondiéndose. Avance unos metros más y nuevamente disminuí la velocidad. Otra vez me movieron el auto. Estos rateros sí que son tercos, pensé. Continué avanzando y la sacudida se acrecentó. Entonces pensé que me había enganchado con algo. Decidí parar luego de pasar el puente para ver con que diablos me había atorado. Y justo allí, sobre la vía expresa, la tambaleada se hizo más fuerte. Definitivamente era un temblor.

Lo primero a lo que atiné fue a agarrar el Nextel y tratar de comunicarme con Fiorella. La alerta ingresó, pero no hubo respuesta. Entonces mientras maniobraba al volante, ya con algo de nerviosismo, empecé a llamar a todos los que se me ocurría para ver que estaba pasando. Sinceramente una vez en marcha y estando en el auto sólo se percibía un movimiento leve. Nada por qué alarmarse. Sin embargo a medida que avanzaba mi preocupación aumentaba. Gente desesperada, incluso llorando, saliendo de los enorme edificios de los alrededores. La incertidumbre de no saber exactamente que era lo que pasaba, me hizo intentar nuevamente llamar a mi esposa, a mis hijos, a mis padres, a mis amigos, ¿a quién sea? ¡Por Dios que alguien conteste!Alguien tenía que saber con certeza qué estaba pasando y, principalmente, yo quería saber si ellos se encontraban bien. Pero nada. Los teléfonos estaban muertos. No servían.

Hoy me doy cuenta de que teníamos que esperar un sismo de 7.9 para percatarnos de que la comunicación en el Perú, pese a lo que digan los comerciales sobre la modernidad celular, es poco confiable y absolutamente inservible en situaciones extremas como la acontecida esa tarde del miércoles 15. ¿Se supone que el teléfono sirve para emergencias? Pues ¿qué mayor emergencia que un terremoto? Eso de comunícaMe (con M mayúscula de Movistar) no sirve en esos casos. Tampoco lo de radio ilimitada, pues Nextel tiene sus limitaciones. Y eso de Claro que somos más… efectivamente fuimos más los desesperados gracias a la falta de comunicación.

Sin tratar de exagerar, y tratando de ser objetivo, parte del caos vivido esa noche fue provocado por la ausencia de teléfonos. No era el único tratando de llamar, una y otra vez. Los teléfonos públicos estaban llenos e inservibles. Nada. No había forma. Ni los aparatos más modernos o los más antiguos funcionaban.

En mi caso, confieso que fue justamente ese colapso telefónico lo que me alertó de la magnitud del evento. Repito, no había sentido el terremoto en su total dimensión, pues estaba en el auto. Pero la nulidad de los teléfonos provocó mi intranquilidad y nerviosismo. Dos de mis hijos no estaban en casa (el mayor estaba ensayando en un estudio de grabación y el otro estaba con su abuelo) y Fiore estaba con su pequeña hija Mikella, con mi hija Macarena de 17 años y con la fiel Amparito. Gracias a Dios todo no pasó de un gran susto.

Pero ¿y la gente que tuvo emergencias reales? Podemos concebir que un país que se jacta de tener un telecomunicación súper moderna se vea afectado por un colapso de este tipo. Las empresas de telefonía que suelen ser intolerantes y tajantes cuando un recibo se vence, pueden hacerse de la vista gorda teniendo en cuenta las desgracias que pudieron ocasionar o que probablemente ocasionaron debido a la falta de líneas teléfonicas. Lo quiero graficar irónicamente.

De regreso a casa, el tráfico era tal que era imposible avanzar con fluidez. El auto usualmente lo utiliza Fiorella, quien no suele revisar los niveles de agua. Dicho esto, justo ese miércoles la manguera se recalentó y explotó. Había pasado una hora del término del terremoto y ahí estaba yo en medio de una concurrida avenida, plagado de humo y sin poder comunicarme con nadie. ¿Oh, y ahora quien podrá ayudarme? Llamar a mi mecánico o a algún familiar o amigo para que me remolque era absolutamente imposible. Llamar a Fiore para tranquilizarla y decirle que estaba bien (hace dos horas que no sabíamos el uno del otro) tampoco era viable. En situaciones extremas suelo mantener la tranquilidad (¡Gracias John McClane!) así que con alguna ayuda espontánea (la que incluía a mi copiloto) pude estacionar en una calle colindante y así no estropear el ya de por sí caótico tráfico. Finalmente decidí que lo más importante era llegar a casa. Estacioné el auto en un lugar cercano y vigilado. Tomé un taxi (tuve suerte en conseguir uno) y llegué, una hora más tarde a casa.

Todos estaban asustados y frustrados de no poder comunicarse con NADIE. La misma incertidumbre multiplicada y acrecentada por ligeras réplicas del terremoto. Con los nervios de punta, lentamente la comunicación se reestableció, aunque no totalmente. Lamentablemente para muchos el restablecimiento de la línea teléfonica sólo significó una llamada harto tardía. Cabría preguntarse: ¿se harán realmente las investigaciones del caso? ¿Se dará alguna explicación a los usuarios? ¿Se harán cargo de casos extremos de personas afectadas dramáticamente con esta incomunicación? Ojala esto no pase desapercibido, como muchas cosas que se dejan así, para que el tiempo y la memoria se encargue de borrarlas.

Quizás sea momento de que las empresas de telefonía coloquen una nota aclaratoria al vender sus teléfonos. Algo así como “Nuestra moderna tecnología no estará disponible en caso de sismo. En caso de un fuerte terremoto las líneas telefónicas tienen total derecho de colapsar. Espere un día para que éstas se reestablezcan… ¡No insista!… Eso sí, no se preocupe que cuando pase el temblor, usted podrá disfrutar de su teléfono con tecnología, bluetooth, radio am – fm, mp3, Internet, radio ilimitada, comunicación dúo, mail, mensajes de texto, cámara de fotos, filmadora, etc, etc…La modernidad al alcance de su mano…” Mmmm… Sí, claro…

Foto 1: ¿Alo?: Mia Farrow en "El Bebé de Rosemary". Al menos tenía un teléfono con línea a la mano.

Foto 2: Desconectados: Lima se altera. Luego del terremoto, las líneas teléfonicas y los nervios colpsaron. ¿Dónde quedó la modernidad?


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