LO MEJOR PARA EL FINAL


Confieso que nunca fui muy fanático de White Lion, la banda norteamericana que acaba de pasar por Lima. Aún así sentía curiosidad por verlos. Me gustaban un puñado de sus canciones. No todas, de hecho algunas de ellas, en mi modesta opinión, abusaban de unos teclados que hoy suenan bastante añejos. Eso fue algo que siempre me disgustó, aunque repito temas como "When the Children Cry" y, sobre todo, "Radar of Love" me parecían brillantes por su dulzura y potencia, respectivamente.

Verlos en vivo, con un sonido renovado, fue toda una sorpresa. White Lion se divirtió y divirtió a las casi mil personas que acudieron a la discoteca Vocé y que entraron en catarsis al escuchar temas como "Wait", "Little Fighter", "Broken Hearts", entre otros. La banda no sólo demostró toda su experiencia y potencia sobre el escenario, sino que además hizo gala de su inteligencia, con una innegable astucia para manejar al público y llevarlo por un viaje cada vez más intenso. Luego de la despedida de rigor, el grupo liderado por Mike Tramp dejó para el final sus más populares éxitos.

Disminuyó las revoluciones con dos temas románticos que abrieron camino para que el público coreara "When the Children Cry" . Su más grande éxito podía fácilmente haber puesto fin a su presentación. Pero faltaba "Radar of Love" para darle contundencia. Cómo se dice un final bien, pero bien arriba. Uno que no daba espacio para nada más. La culminación adecuada para un buen concierto que siempre nos llevó cuesta arriba. Como debe ser.


"Para mi, el cine son cuatrocientas butacas que llenar". (Alfred Hitchcock)

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