Día del cine



Día del cine. Cientos de personas en los cines. Largas colas en las boleterías. Funciones agotadas. Inmejorable escenario para quienes de una u otra forma estamos involucrados con el negocio cinematográfico. Acepto que en años anteriores preferí no ir y evitar así la acumulación de cinéfilos. Sin embargo, esta vez mi curiosidad pudo más.

No voy mentir, no fue amor al chancho si no a los chicharrones. Confieso que visité diversos complejos por mi interés de ver qué tal le iba a mi película Talk Show. Mis deseos se hicieron realidad: Lleno total. Sin embargo, junto a mi alegría de sentir a una sala repleta reír con mi película, tuve otra extraña sensacíón.

Recordé las largas colas en el cine Pacífico, cuando intenté ver a semanas de su estreno Star Wars (Star Wars, 1977), la original, la rebautizada Una Nueva Esperanza. Lamentablemente las entradas agotadas frustraron mis deseos y el de mi hermano menor. Mis padres nos cuenta que nuestros rostros de decepción eran desgarradores. Tanto que no lo pensaron mucho y enrumbamos al cine Barranco, hoy Estudio 4. Mi corazón latía angustiado, tenía "una nueva esperanza". Quizás ese día podría ver la película más comentada del momento. Finalmente conocería a Luke Skywalker, Han Solo, Chewbacca y podría discutir con mis amigos temas trascendentes como "la fuerza".

Llegamos y el cine nuevamente repleto. No quedó más remedio que acudir a la reventa. Era eso o dos niños desolados regresando a casa. Recuerdo entrar cuando la película ya había empezado. No pude ver los títulos iniciales, aquellos que han caracterizado a toda la saga. Sin embargo, aún tengo grabada en mi memoria la primera imagen que pude ver de la película: R2-D2 y C3-PO huyendo en medio de rayos laser que cruzaban de un lado a otro.

La magia empezó y todo la angustia fue simplemente parte de la anécdota. Es raro, pero no recuerdo más. Ni cuando me senté ni cuando terminó la película y menos aún mis comentarios o emociones posteriores. Juro que he tratado de recordarlo, pero no lo consigo.

Tengo una teoría para eso: La película me absorbió. Me introdujo en su magia. Así de simple e infantil. Pocas veces me ha sucedido. Recuerdo algo similar y hasta más intenso con Cazadores del Arca Perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981). Claro, si ahora hago mención a Star Wars y no a la primera aventura de Indiana Jones es por una razón muy sencilla. En "Cazadores..." no hice cola.

Buenos momentos que definieron mi vocación de cineasta. Luego vinieron Alfred Hitchcock, Martin Scorsese, Charles Chaplin, Woody Allen, Ingmar Bergman, John Ford, Frank Capra. Primero estuvieron R2-D2 y C3-PO y poco después el buen Indy.

Foto 1: Colas en Larcomar durante éxitoso Día del Cine del 2006. Se exhibe "Talk Show".
Foto 2: R2-D2 y C3-PO, dos grandes influencias cinematógraficas.
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Introducción



La idea de crear un blog rondaba mi cabeza desde hace varios meses. De hecho hice dos intentos que aborté. Finalmente decidí que más allá de mi redacción a veces apurada y errática, necesitaba volver a escribir. Plasmar, a manera de catarsis, mis opiniones sobre diversos temas y hasta dar la contra a entusiastas que se apresuran en comentar mi trabajo y el de otros sin la más mínima perspectiva.



La proliferación de blogs es realmente increíble y saludable, pero en muchos casos es brindarle tribuna a personajillos (como diría con cariño el buen Flanders de los Simpsons) que vomitan sus ideas como si se tratará de dictadores que buscan lavar el cerebro a los lectores. Yo no intento hacerlo, bueno espero no hacerlo, y por eso Cabezas Huecas, que es además el título de mi próximo proyecto cinematográfico, me pareció adecuado como título de este blog. Claro, como soy un tremendo cabeza hueca, no pienso desperciar espacio y así comentaré de cuando en cuando mi nuevo proyecto. Como se dice, matar dos pájaros de un tiro.



En todo caso, quiero dejar en claro que no pretendo ser un vengador que critique a los críticos. Tampoco se trata de pelearme con todos ellos, pues a muchos los respeto y a otros tantos los considero mis amigos. Mucho menos deseo convencer a todos de que les guste lo que hago. Sin embargo, ante algunas opiniones realmente pretenciosas y absurdas es que me permito volver a escribir, sin que nadie me lo pida, aunque seguramente nadie me extrañaba en esa faceta.

Todo esto tiene que ver con el estreno de mi ópera prima Talk Show, comedia con la que busco iniciar una carrera cinematográfica que mantenga cierta continuidad. Mi idea, aunque reconozco que puede ser pretenciosa, me parece válida. Conquistar a un público que está peleado por alguna razón con el cine peruano. Jóvenes y no tan jóvenes que comentan que cada vez que hay una película peruana la miran con distancia o simplemente no la miran. Talk Show pretende a través de la identificación con los personajes atraer público y que ellos se diviertan con un humor cotidiano y con un lenguaje muy cercano a ellos. Algo que salió sin que me lo proponga y que al parecer funciona. Admito que no estoy excento de ciertas pretenciones artísticas. Por supuesto que sí, adoro y admiro el cine como arte y creo que es algo que como cineasta nunca se debe perder de vista. Sin embargo, para que la propuesta fuera coherente debía buscar que el público se identifique con los personajes. Siempre pensé que eso era lo primero y que cuanto más el espectador conociera y se viera reflejado en ellos, más fácil aceptaría el lenguaje y las situaciones. La risa sería una consecuencia de ello.

Pero vayamos por partes. Primero "comedia" para muchos es simplemente sinónimo de ligereza, de chatura intelectual, de ridiculez. A veces pienso que reírse es para muchos un atentado contra su intelecto. Claro a no ser que la risa sea provocada por una "genialidad". Entonces reírse de la cotidianeidad, explorar las cosas simples y tratar de divertirse con ella es considerado por muchos como algo simplemente estúpido y nulo. Habría que tomar en cuenta además que cada uno maneja y acepta códigos de humor distintos. Por lo tanto hacer comedia, creo yo, es una cosa realmente seria.

Recuerdo un capítulo de Los Simpson ("The Simpsons", 1989-2007) con Homero en la Universidad. Mientras los alumnos mueren de risa con un elevado comentario del profesor, Homero no se inmuta. Repentinamente al profesor se le caen unos papeles y Homero explota en carcajadas ante el silencio del resto de la clase. Claro, podemos decir que Homero es un bruto sin remedio (puede ser una lectura válida), pero también un personaje adorable, sincero y sin poses. Como dirían muchos un tipo genuino. Eso para mi es mucho más valioso. (Pueden verlo en: http://www.youtube.com/watch?v=_tQ2Y6mSKh0)

Yo defiendo la comedia en todas sus formas y estoy orgulloso que la gente se ría a carcajadas en los cines. ¿Si me interesa lo que diga la crítica? Por supuesto, el ego no me es ajeno. ¿Si me importa? En realidad, me importa más las risas del púbico, las opiniones de mis padres, familiares, amigos. Nunca quise hacer una película haciendo concesiones con el público, y eso lo pueden reafirmar los actores y técnicos, pero tampoco la hice tratando de complacer a la crítica. Esto último me parece algo mucho peor. Lo principal es ser sincero con uno mismo y hacer las cosas lo mejor que se pueda manteniendo, principalmente, la coherencia del producto.


Foto 1: Un buen chico: Impresionante radiografía del gran Homero Simpson.

Foto 2: Presentación: Actores de Talk Show posan para la prensa.
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"Para mi, el cine son cuatrocientas butacas que llenar". (Alfred Hitchcock)

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