EL JUEGO DE LAS SILLAS



Es cierto, hace buen tiempo que no voy al cine. Lo que no quiere decir que no lo vea en casa (ya hablaré de eso). De una u otra forma, el tiempo es corto y suele perjudicar el ritual de meterse a una sala oscura y disfrutar de alguna película. Quizás tanto como el tratar de mantener vigente este blog.

Lo que sí he hecho es ir a conciertos. La movida aún es incipiente, sin embargo ya hay posibilidades de ver algunos buenos espectáculos. En lo que va del año, pues Collective Soul y Bryan Adams han hecho que salga de casa y que salte un buen rato.

Soy fanático de la música. De toda en realidad. Sentí envidia de mis amigos chilenos que tuvieron la suerte de ver a Ennio Morricone. Fue una envidia sana, pues aún mantienen un nivel superior en cuanto a conciertos. Por acá fue bueno ver al virtuoso violinista Phillipe Quint, gracias a TQ Producciones y a Wong (comprado recientemente por chilenos… Yo sigo comprando allí… Y también sigo disfrutando de empanadas chilenas y vino chileno… sí, el de cajita)

Me gusta la música en general. No soy purista. Investigo sobre música y algunos gratos descubrimientos se han convertido en mis favoritos (¡ya se viene el nuevo disco de Aimee Mann!). Como en el cine, pienso que la música es una cuestión sensitiva. Que me guste una canción de Kudai no me hace más o menos inteligente, como podrían pensarlo algunos. Como Belinda, su música está dirigida a una determinada edad. ¿Tiene eso algo de malo? Por acá mi Mikella de 10 años, estaba bastante emocionada. En realidad, hay que ser bien estúpido para renegar por la llegada de estos artistas juveniles. En un país en donde los espectáculos o diversión para adolescentes es casi nulo, pues hay que ser bien obtuso para criticar un número cuyo target son chicos entre 7 y 16 años. ¡Qué vengan todos que hay público para cada tipo de música!

De hecho conciertos como los de Collective Soul y Bryan Adams tuvieron buen quórum. Sin embargo, algunas cosas me sorprendieron de este último. El canadiense viene recorriendo escenario por más de dos décadas. Es un gran compositor e intérprete. Poco se dijo de su llegada. Es decir, llamó la atención y vendió entradas gracias a los paneles y publicidad mediática. Sin embargo, algo que lamento (y que en otros países del mundo es muy importante) es la tremenda información adicional que se brinda alrededor de la llegada de un artista.



No es posible que los medios peruanos estén más interesados en la opinión que tenía Bryan Adams sobre el matrimonio de Juan Diego Flores que en su trayectoria. Simplemente vergonzoso. Digo yo, ¿eso le interesa al aficionado a los conciertos? ¿Al fanático que ha esperado durante años a su artista favorito?

Nadie se dio el trabajo de investigar sobre los múltiples honores que Adams posee. Tomen nota de algunas: Un Grammy (por “I Do It For You”), tres nominaciones al Oscar, cinco nominaciones al Globo de Oro, la última el 2007 (sí, el año pasado) por su composición “Never Gonna Break My Faith”, interpretado a dúo por Aretha Franklin y Mary J. Blige para la película “Bobby”. Adicionalmente el cantante ha trabajado para directores como el genial Francis Ford Coppola (compuso “Star” para su film “Jack”) y ha cantando no sólo con Rod Stewart y Sting (“All For Love”, compuesta por Adams para la cinta “Los Tres Mosqueteros”) sino también con Barbra Streisend, quien lo convocó para componer el tema central de su película “El Espejo Tiene Dos Caras”, junto a Marvin Hamlisch y Robert John Lange.



Eso sólo es la punta del iceberg de una carrera larga y plagada de reconocimientos. Estamos hablando de un tipo que, puede gustar o no, pero que sin duda tiene mucho que decir y sobre todo que contar. Pero claro, si nadie informa o si a nadie de prensa le interesa. Si sólo nos importa lo básico, pues entonces, y lamentablemente, nos convertimos en un país básico. Así de simple. El país del "así nomás..."

Quizás ese tipo de información hubiera sido una forma para sumar más público. Quizás yo sea un iluso y eso a la gente no le interese. Pero tiene algo de malo informar e incluso educar a quienes, maliciosamente, afirmaron que se trataba de un cantante del pasado. Había bastante gente en el concierto, sin embargo yo creo que pudo haber más. La información jala gente. Si pasa en otros países ¿porqué acá debería ser distinto?

Un segundo punto que me da qué pensar es el asunto de las sillas. ¿A quién se le ocurre poner sillas en un concierto de rock? ¿Es esto práctico? No sólo quita espacio, si no que provoca un caos tremendo que complica la visión del espectáculo. Cuento un poco mi experiencia:

El show comenzó de una manera bastante original. Bryan Adams se ubica en un pequeño escenario, ubicado al medio del local, exactamente en la zona VIP. La primera reacción, natural dicho sea de paso, del público es pararse en las sillas. El escenario, vuelvo a repetir, pequeño está (o debería estar) acondicionado para que toda la Explanada del Monumental vea su sorpresiva aparición, pero como todos se pararon en sus sillas, pues sólo algunos privilegiados disfrutaron del momento (digamos unos mil alrededor). ¿Los demás? Pues a mirar las pantallas. Tres canciones perdidas o vistas por televisión, en lo que pudo ser uno de los momentos más emotivos de la noche. Es más, las cámaras de los medios de TV, ubicadas en la zona supuestamente más privilegiada (o al menos así debió ser), terminaron filmando pantallazos. ¿Todo por culpa de quién? Pues de las malditas sillas.



¿Es qué a nadie se le ocurrió que la gente podría pararse? ¿Acaso eso no sucede siempre? ¿Acaso no se tenía previsto la salida de Bryan Adams en medio de la Explanada como para ubicar las cámaras de prensa en esa zona? Visión del público y cobertura televisiva desperdiciadas.

Ya con el canadiense sobre el escenario principal, el público continuó parado en las sillas. Se me ocurrió ver que pasaba atrás. Y me di cuenta de algo gravísimo. Una falta de tino y respeto que puede repercutir en posteriores conciertos. ¡La gente detrás de la zona VIP no tenía sillas! Es decir, no tenían visión del escenario. Al medio de ellos la consola de luces y sonido. Y una pantalla para reemplazar el escenario. ¡Qué se contenten con un televisor gigante! Disculpen, pero las entradas así sean las más cómodas no son baratas. Si pagas y terminas viendo televisión, pues es una burla. Claro, los empresarios dirán: “Para que compran una entrada barata”. Yo les diría: “Para que venden ubicaciones donde no se va a ver nada”. La decepción puede causar que algunos desistan de acudir a otros conciertos de este tipo. La cosa es sumar y no restar. Eso no le conviene a nadie. Y todo por escasa información, distribución y miles de sillas que no sólo estorban si no que provocan más de un dolor en la columna. Lo de Bryan Adams fue un gran show. Nadie lo niega, pero yo ya estoy viejo para pararme dos horas en una silla y tratar de saltar sobre ella. ¡A ver… qué los empresarios hagan el intento!




Foto 1: Carisma: Bryan Adams demostró su talento en un gran concierto de casi dos horas.

Foto 2: ¿Dónde está Juan Diego?: En conferencia de prensa hubo un tema recurrente: el matrimonio del tenor peruano. Un exceso.

Foto 3: Dúo Dinámico: Adams junto a la legendaria Barbra Streisand, con quien compuso e interpretó el tema central de "El Espejo Tiene Dos Caras" titulado "I Finally Found Someone", nominado al Oscar y Globo de Oro.

Video 1: ¡No veo!: Inicio del show en Lima. Bryan Adams canta "There Will Be Another Night" en medio de la Explanada del Monumental. Sólo unos pocos lo disfrutaron. Video filmado por un aficionado.

Video 2: Energía: Algunas canciones como "Summer of 69" vieron mermadas sus revoluciones por momentos extremadamente acústicos. Otras como "The Only Things That Look Good On Me Is You" destacaron por su tremenda energía.
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"Para mi, el cine son cuatrocientas butacas que llenar". (Alfred Hitchcock)

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