Miss Simpatía

Desde que decidí hacer cine, evite volver a escribir críticas. Me parecía una posición extraña volver a desmenuzar películas, tomando en cuenta que no es buenos ser juez y parte y que además en el Perú se suele hacer análisis de cine escarbando principalmente en lo negativo. La condescendencia no existe, la emoción tampoco. Risas, sustos y demás son efectismos que algunas vacas sagradas, de las que ya he hablado en más de una oportunidad, descalifican rotundamente en nombre del arte cinematográfico.

Amo el cine y escribir sobre él es algo que me fascina. Lo he hecho anteriormente, aunque mi visión no estaba del todo clara. Ahora con las posibilidades que dan los blogs (uno puede escribir lo que quiera), vuelvo a hacerlo, aunque no exactamente tratando de hacer una crítica o un análisis. Lo que trato es confesar la sensación que provoca en mí una película. Es decir, una emoción personal, que como cualquier otra no tiene que ver con teorías o semióticas.

He aprendido a amar el cine, aceptando que es un arte, pero que por sobre todo es un vehículo para crear emociones que nos manipulen, que nos hagan reír, que nos inquieten, que nos roben lágrimas, etc., etc. No hay nada más maravilloso que sentarse a ver una película y que el cuerpo se te escarapele de la emoción. No sucede a menudo, pero cuando sucede vale la pena divulgarlo.

Acabo de ver Little Miss Sunshine y simplemente he quedado maravillado. Se trata de una película hermosa, divertida y conmovedora. Relata el viaje de una extraña familia hacia un concurso infantil de belleza y talento, justamente el Little Miss Sunshine del título. Olive Hooper (Abigail Breslin) es la pequeña niña dispuesta a ganar este evento. Sus padres Richard (Greg Kinnear) y Sheryl (Toni Collette) la acompañan en esta aventura junto con su hermano Dwayne (Paul Dano), su tío Frank (Steve Carell) y su abuelo (Alan Arkin). Trepados, literalmente, en un volkwagen amarillo tipo combi, la singular familia hará de todo para llegar a su destino y ver a la pequeña participar con un baile que ella y su abuelo han creado especialmente para el concurso.

Lo que verdaderamente llama mi atención y admiración es la manera en que tanto las diversas situaciones como los personajes nos afectan. No faltan las casualidades, las cuales creemos. Ni los sucesos extremos, los que aceptamos con una sonrisa cómplice. Tampoco los personajes estereotipo interpretados con una naturalidad única. Todo funciona. En esto último colaboran obviamente los actores: Kinnear y Colette vuelven ha demostrar lo buenos actores que son y Carrell, un extraordinario actor de comedia, se roba la película con un delicioso personaje, absolutamente contenido, pero no por ello menos conmovedor. Verlo en el inesperado papel de un tío gay y suicida es ver una de las mejores y más sutiles actuaciones que he visto en mucho tiempo. Mención aparte el silencioso Dano, la pequeña Breslin y sobre todo el veterano Arkin como el abuelo cocainómano. Mis respetos para el talentoso sr. Arkin.

Little Miss Sunshine debería estrenarse pronto en Lima. Las nominaciones al Oscar (estoy seguro que será la apuesta independiente en los Oscar) seguramente ayudará a su estreno. Y si no, vean de conseguirla. Pocas películas destilan la sencillez y humildad de esta cinta. Hacia el final no pude dejar de sentir que el cuerpo se me escarapelaba. Algo me había conmovido. Algo que sólo el cine puede lograr y que tiene que ver con la identificación, las emociones, los sentimientos y no con teorías o semióticas. Little Miss Sunshine va más allá de esos aburridos análisis.

Foto 1: Familia unida, jamás será vencida: Los Hoover, una familia como pocas rumbo al Little Miss Sunshine.

Foto 2: Viaje Accidentado: Notables Steve Carrell y Toni Collete fuertes candidatos a los próximos premios Oscar
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"Para mi, el cine son cuatrocientas butacas que llenar". (Alfred Hitchcock)

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