CUELLO DE BOTELLA EN EL CINE PERUANO



El año pasado tuvo una característica en particular: las terceras partes. Llegaron “Shrek 3”, “Spider Man 3”, "Ahora Son Trece", “Piratas del Caribe 3”, “Una Pareja Explosiva 3”, “El Ultimátum Bourne”. Por ahí también se colaban otras secuelas como “Los Cuatro Fantásticos 2”, “Duro de matar 4.0”, “Rocky Balboa”, “Harry Potter 5”, etc. Todas son películas que apuntaban a copar las salas. Y de hecho lo hicieron. Es verdad que algunas eran mejor que otras (“El Ultimátum Bourne” es simplemente soberbia), pero lo cierto es que su principal misión era aglutinar gente en las salas de cine. Pero ojo, llenar, copar, aglutinar espectadores en una sala no es lo mismo que monopolizar la cartelera. Y eso sucede en Perú.

Lo repetiré mil veces: No tengo nada contra del cine comercial. Puede venir de Estados Unidos, China, Finlandia, Francia, Tangamandapio o Chupeltongo. Quizás el problema sea que sólo viene de Estados Unidos. Aunque tampoco tengo nada contra el cine gringo. Es fácil pasearse por Internet y percatarse de la infinidad de títulos que se estrenan en los Estados Unidos. Pero claro, en Perú no hay espacio para lo independiente, lo raro o estrambótico. Si tiene éxito afuera, se estrena en Lima, si no, pues pasa de largo. Usaré de ejemplo “Valiente” de Neil Jordan. Si una película millonaria, protagonizada por una estrella como Jodie Foster es rechazada, entonces ¿podemos esperar que traten bien a una película peruana?

Saquémonos las vendas de los ojos, las grandes distribuidoras copan las salas y las manejan a su antojo. Son ellos los que deciden que sigue y que no. Si es nacional (y lo digo por experiencia propia), pues “tratan” de darte un espacio (como si se tratara de un favor). Pero eso sí no alteres su programación, la cual finalmente es dirigida desde el extranjero. Lo lógico de un trabajador asalariado de cualquier distribuidora es velar por los intereses de la empresa y por ello quedar bien con los jefes. De eso depende el aumento y los ascensos. Es lo normal.

Otro ejemplo. En mi modesta opinión, UIP hizo un pésimo trabajo como distribuidora de “Talk Show”. Si lo saco a colación es porqué, pese al mal desempeño, uno de los empleados involucrados con este trabajo a los pocos meses fue luego enviado a Argentina a un curso de especialización o algo así. Es decir, un premio a su buena gestión.

No lo critico. El empleado cumple el trabajo que le mandan sus jefes. La casa matriz (KAOS para el cine peruano) funciona en el extranjero y manda las pautas desde allá. ¿Le puede importar a esta casa matriz lo que suceda con una película peruana, cuya distribución sólo representa un porcentaje mínimo y ridículo dentro de su millonaria recaudación? ¿Le puede importar al funcionario peruano de esta distribuidora lo que un director o productor peruano quiera o exija? Repito, lo comprendo. Es su chamba y en un país ávido de trabajos bien remunerados, pues hay que ser bien tonto para sacrificar todo por película que no te va a hacer ni más ni menos rico. Mejor mantener felices a los jefes, más aún a los que están en el extranjero.

Por mi parte, luego de mi experiencia, me hago muchas preguntas: ¿porqué una distribuidora como UIP acepta distribuir películas peruanas si sabe que no puede darle el mejor de los tratos?, ¿Acaso no sería honesto decir que como transnacional el cine peruano no es una prioridad? Yo lo comprendería y agradecería la honestidad. Muchos cineastas amigos me decían que en el Perú uno tiene que hacer todo solo. No se puede confiar en un distribuidor extranjero. Ahora respaldo esta afirmación. Recientes películas peruanas como “Muero Por Muriel” o “Una Sombra Al Frente” fueron distribuidas por UIP. ¿Hubo un buen manejo de marketing? ¿Le dieron oportunidad dentro de la cartelera? Pues a mi no me parece. Seguro van a decir que no tenían a los actores o no tenían suficiente material. Lo del material es responsabilidad de la productora, pero ¿acaso cuando distribuyeron Shrek 3 vino Eddie Murphy a promocionar la película? Ni siquiera nos visitó Eugenio Derbez, que fue el encargado de darle la voz en español al burro. Claro, la película venía acompañada de un marketing descomunal, estudiado y elaborado desde afuera.

Qué bonito sería que una película peruana sea vista como un reto creativo de marketing y publicidad para el distribuidor. Es decir, demostrar que puedes convertir en éxito algo que en apariencia es difícil de vender. ¡Oh perdón!, me olvidaba… las órdenes vienen de afuera, aquí no hay espacio para la creatividad o intento que valga. Eso de que un buen vendedor vende helados en Alaska no es aplicable en este caso. Una lástima.

¿Entonces porqué seguir insistiendo con las transnacionales? Lo principal no es lo que ellos hagan, que nuevamente reitero, es parte de su obligación como empleados asalariados. Lo que realmente interesa es que tomando estas experiencias alguna entidad, desconozco si en eso pueda intervenir CONACINE, logre una buena plataforma de negociación para que el cine peruano no sólo se estrene si no que se mantenga un tiempo prudencial, sin que por ello perjudique el negocio de exhibición.

Dice la leyenda que, al tener la sartén por el mango, las grandes distribuidoras manejan la exhibición de películas repartiéndose una cuota de pantalla. La misma leyenda dice que si ingresa una película extraña, sea peruana o de independiente, se escuchan entre pasillos ciertas amenazas: “si mantienes esta película rara, pues no te doy Spider Man 4”, “si le das dos salas a esta película estrambótica no te doy La Era de Hielo 3”. ¿La ley de la oferta y la demanda?

El próximo seminario de distribución organizado por CONACINE quizás aclare muchas dudas o brinde nuevos alcances. Quizás. En la mesa estarán en su mayoría los representantes de las distribuidoras grandes y en menor cantidad los de las pequeñas (los que incluyen al producto peruano). Veremos si más que un seminario, éste se convierte en una manera de aclarar puntos. La distribución de las películas peruanas es el cuello de botella al que se le debería prestar más atención. No es sólo hacer cine, si no de que sea visto por la mayor cantidad de personas. Quizás la solución y la democratización del cine se de con las proyección digital en Alta Definición. Aunque quizás las transnacionales ya tengan un plan de contingencia para mantener su dictadura. Por eso sigue siendo necesario regular de alguna manera la distribución de cine peruano. Esto va más allá de gustos y colores, la distribución es básica para crear continuidad e industria dentro de un país en donde sólo un $ 0.30 del precio de la entrada (quizás menos con la caída del dólar) va a parar al bolsillo del productor.

Es cierto, los cineastas y productores deben acompañar nuestro producto con una buena estrategia de marketing, prensa y de medios. Eso de "tienen que ver mi película porque es peruana" no funciona. Una creativa campaña de prensa es un medio indispensable. Hay empresas profesionales que se dedican a ello (aprovecho para hacer el cherry de Luciérnaga Prensa y Medios, propiedad de mi esposa). No es sólo eso, pues se deben tener las condiciones adecuadas para estrenar y poder mantener la película en los cines peruanos. Eso es algo vital. Si fuera así, si existiera cierto resguardo, no sería iluso pensar en la posibilidad de inversión privada para el cine. Es urgente buscar una fórmula para que la competencia sea honesta y así romper con un monopolio dictatorial que, a estas alturas, abusa de su poderío y por ende de los cineastas, los exhibidores y del propio espectador.

FOTO 1: Sin salida: La distribución en el Perú será tratada en un seminario. Más allá de aprender los mecanismos, es urgente implementar alguna suerte de regulación o negociación para que los cineastas e inversionistas tengan una plataforma segura en donde invertir.

FOTO 2: El Jefe: Trabajar en una distribuidora extranjera no es traicionar a la patria, es simplemente complacer a una empresa y un jefe que tiene ciertas directivas. No se trata de condenar, si no de alertar según experiencias propias.

FOTO 3: Alta Definición: La proyección digital se acerca y con ello no sólo la posibilidad de abaratar costos si no también de crear un circuito alternativo que convenga al productor, exhibidor y al público. Es decir, alentar la industria.


"Para mi, el cine son cuatrocientas butacas que llenar". (Alfred Hitchcock)

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